BIOGRAFÍA, ANTONIO P. BUENO
Nada soy, nada puedo, nada sigo. Traigo, por ilusión, mi ser conmigo. (Pessoa)
INFORMACIÓN GENERAL
Antonio Pablo Bueno Velilla (1951 Gallur, Zaragoza). Ha vivido treinta y tres años dedicado a la construcción casi en exclusiva, actividad que le ha dado varias satisfacciones, y muchas canas; a la literatura se dedica por vocación desde hace mucho, sobre todo como lector.
Desde 2009 ha escrito de forma discontinua, en su blog El Vigilante de las Constelaciones del Norte, que ya ha pasado a la historia, cuyo nombre fue sobrevenido por su ya antigua afición a la astronomía, y aprovechando que amplios miradores de su casa están orientados al norte. Ha escrito otras cosas dentro del ámbito familiar o para su círculo de amistades, le han publicado algunos textos, y se ha presentado a algún premio como casi todos los escritores. Con su anterior blog obtuvo algunos miles de visitas, lo que le ha dado cierta alegría y ánimo para continuar.
En la actualidad escribe una novela CF, y a la vez elabora unos apuntes para otra novela histórica. También se encuentra en un proceso de recogida de datos e investigación para un ensayo costumbrista. Otra de sus novelas, que aún no ha visto la luz por estar presentada a un concurso, pretende que sea la segunda parte de Fátima, su segundo libro.

AL PRINCIPIO
Los recuerdos de un niño, son los de una casa y de una calle, la segunda continuación de la primera, como una prolongación natural de los juegos y las fantasías que de igual modo se fabricaban en un sitio o en otro.
En la casa durante las tardes del invierno, las sillas se convertían en palo mayor desde donde se avistaban lejanas costas entre medio del vendaval; en el cenit del verano las delgadas sombras de las casas trazaban un sendero bajo los aleros llenos de pájaros.
A las noches quedaba la calle en silencio adormeciéndose con el cada vez más lejano susurro de las lechuzas o el ulular de los buhos en las dehesas junto al río..
A MITAD
Tiempo de viajes hacia una estrella lejana, que brillaba todas las noches, esperando mañanas de niebla en las que, cuando algún rayo de sol se filtraba entre las ramas de los árboles del sendero de la vida, renacia como náufrago en tierra firme, apurando el frescor del viento. Días hambriento de casi todo, en los que las huidizas horas del poniente cercano eran ilusión y conquista de cada día desde los albores en el tiempo.
Nieblas en el invierno atardecido, durante las que el corazón alegre cantaba su esperanza matemática de los números. Era el tiempo de las abejas comunitarias eremíticas, buscando el ser, en los vivos lejanos, que nos traía un ave fénix. Y de sugerencias y mil máscaras de cristal escondiendo el alba que nos llamaba mientras tanto.


AHORA
El sosiego llega tras años de construir aqui y alla, por su formación en arquitectura técnica, al pie de la letra y al pie de la obra. Un vivir a veces sin vivir en mi, pero siempre con el pie en el estribo de la literatura, y con posterioridad tomando parte en otras experiencias aceptadas voluntariamente en el terreno de lo social, participando de una manera activa, comprometida.
Es ahora el tiempo de observar y reflexionar tras años de correr, e ir recogiendo en la mochila ideas, deseos, e intenciones, algunas de las cuales se han ido perdiendo por el camino, aunque de todas aquellas, queda la brasa encendida en el recuerdo y la intención de darles una oportunidad