Rebuznaban los asnos en la tarde soleada de noviembre. En la capilla de la cueva, las puertas abiertas hacia un interior recogido y con un toque colorista en el retablo, sonaba quedamente el canto gregoriano. Uno a continuación de otro, contagiándose tal vez, rebuznaban a más y mejor, con las orejas enhiestas hacia el sol, entonaban su jerga asnal escaleras debajo del pequeño santuario. […]