«…Bajaron a la lancha. Las muchachas se arremangaban las faldas y asentaban los pies cuidadosamente en los escalones de piedra del vetusto muelle, cubiertos de un musgo marino vede y lacio que rezumaba bajo los pies. Los dos hombres extendieron sus manos a las recelosas. Dina se apoyó en Carlos para saltar al bote. Le rozó con su busto arrogante, y un momento percibió […]