La sangre de los libros

La sangre de los libros es una narración que mantiene el interés desde el principio hasta el final. Es un libro que sirve para abrir el apetito a aquellas personas que no son muy lectoras. Es tan cómodo que se puede empezar a leer por cualquier capítulo.

Ya desde pequeño me aficioné a la lectura, pero debo dar las gracias a aquellos libros de antologías literarias que mis profesores me señalaban como aperitivo de lo que podría venir detrás. Este La sangre de los libros hubiera cumplido perfectamente, y cumple, con aquel aleccionador propósito primitivo.

En él se conjugan azarosas situaciones, asombrosas casualidades y amenas historias. Con él se inicia un viaje desde la época de Cicerón, hasta nuestros días

El autor empieza por hablarnos de rescates, estableciendo una comparación entre los económicos y los que a su juicio —yo lo comparto— nos presenta en algunos apartados del libro y que como muestra, no me resisto a copiar aquí:

«…Roma, 62 a. C.

Marco Tulio Cicerón cruzó el foro con paso rápido. Aun así se veía obligado a detenerse con frecuencia para recibir elogios de sus magníficas intervenciones en el Senado, donde había atacado a Catilina poniendo al descubierto su conjura para dar un golpe de estado…

…Licinio Archia, su antiguo maestro griego de retórica, lo necesitaba: tiempo atrás, apoyado por el senador Lúculo, había conseguido la ciudadanía romana por sus muchos años en Roma y sus grandes servicios prestados en la educación de jóvenes romanos (… …) los enemigos de Lúculo, dispuestos a humillarlo, intentaban expulsar al viejo maestro griego aprovechando la Ley Papinia, que permitía denunciar altas erróneas en la ciudadanía romana…

…consumió el acusador las diferentes clepsidras que tenía asignadas para su intervención reiterando una y otra vez los argumentos expuestos…

…Llegó, al fin, el turno de la defensa.

Cicerón dio entonces varios pasos y se situó frente al tribunal. Cerró los ojo. Inspiró profundamente. Los abrió y empezó a hablar:

Si quid est in me ingenii, iudices…[Si hay algo de habilidad en mí, miembros del tribunal…], no es por otro motivo que gracias a mi maestro, a quien hoy juzgáis con el fin de desterrarlo de Roma.

Monasterio de Lieja, 1333

En 1333, Francesco Petrarca reencontró el discurso de Cicerón en defensa de su maestro Archia »

¡Asombroso!

«…Otro rescate en Italia a finales de 1321. Los versos perdidos de Dante

La obra que Dante siempre llamó Comedia, está dividida en tres grandes partes: Infierno, Purgatorio y Paraiso. El Infierno consta de 33 cantos en tercetos rimados, igual que el Purgatorio, que se narra en otros 33 cantos, en tercetos también. Toda la obra gira en torno al simbolismo sagrado del número 3…

…De la tercera parte , el Paraíso, sólo había a la muerte de Dante veinte cantos, sus hijos Jacopo y Pietro sabiendo que su padre había dicho siempre que la Comedia estaba completa, no dudaron en buscar por toda la casa en Rávena, sin el resultado esperado…

…Consiguieron acceder a la casa de Florencia de donde Dante había sido desterrado, y según cuenta Bocaccio, en un hueco entre las maderas de una pared hallaron las hojas sueltas en las que estaban escritos los tercetos pertenecientes al tercer canto:

Quál è ‘l geomètra che tutto s’affige

per misurar lo cerchio, e non ritrova,

pensando, quelprincipio ond’ elli indige,

tal era io a quella vista nova:

veder voleva come si convenne

l’imago al cerchio e come vi s’indova;

ma non eran da ciò le propriepenne:

se non che la mia mente fu percossa

da un fulgore in che sua voglia venne.

A l’alta fantasia qui mancò possa;

ma già volgeva il mio disio e ‘l velle,

si come rota ch’igualmente è mossa,

l’amor che move il sole e l’altre stelle.»

¡Azarosa y casual constancia !

Santiago Posteguillo, profesor, escritor reconocido y autor premiado con distintos galardones.

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