Le habían dicho muchas veces que no cruzara en los atardeceres por el maizal, cosa que no hacía nunca sin compañía, pues sentía un temor profundo al adentrarse con la luz menguante en medio de aquella maraña de altos tallos que le ocultaban y de hojas cortantes. Adentrarse en el maizal era sumergirse en un mundo peligroso, todo un mundo verde, o muerto reseco […]